Una imagen… millones de sensaciones

Es algo sumamente maravilloso como una fotografía puede expresar variadas sensaciones dependiendo de variados atributos; el estado de ánimo del observador, la sensibilidad del mismo y lo crítico de su persona. A través de una fotografía podemos llegar a soñar, sentir, volar, dejarnos llevar por sus colores, sus formas o sus personajes.

Podemos apreciar quizás detalles que simplemente observando en vivo y directo  no lo hacemos, pueden transportarnos en el tiempo causarnos infinitas sensaciones simplemente con observarlas.

Una fotografía perfecta no tiene solo porque ser aquella que nos muestre felicidad, alegría y amor, una toma perfecta también es aquella otra que mostrando realidades opuestas a las anteriores dejan un significado importante; porque pueden guardar un momento, una ocasión que requiera su recuerdo.

Quién capta una imagen desea compartir y conservar un momento que por alguna razón le dejo una marca.

Un paisaje, el cielo, un lugar, pueden llevarnos más allá de lo que son, pueden hacernos soñar con la libertad, con el placer de realizar un viaje, disfrutar de un lugar distinto al que habitamos, pueden hacernos pensar que es lo que hacemos por nosotros para disfrutar de un momento al aire libre.

Un niño nos puede mostrar su inocencia, la alegría, su picardía trayendo inmediatamente recuerdos de las propias y quizás llevándonos así por unos instantes a uno de los momentos más lindos de la vida… el ser niños.

Por otra parte, una fotografía puede mostrarnos otra cara, una guerra, un accidente, un siniestro, los cuales nos dejan otro tipo de sensaciones y porque no de reflexiones de lo que no deseamos que suceda y más aún de aquello que podemos evitar… porque posiblemente la mayoría de estos sucesos no gratos como los anteriores sean de un modo u otro evitables.

A través de una sola imagen podemos lograr despertar infinitas sensaciones, recuerdos, vivencias y porque no a través de una simple foto podemos disfrutar por un momento de un sueño y desprendernos así de la rutina que por lo general no nos deja lugar para soñar, crear y sentir.