Así se identifica al Bio-chip que está revolucionando el
mercado mundial.
Se trata de un transponder
que contiene la información de identidad de una persona, además del capital que
posea. Se usa como transporte de dinero, es decir, sustituye el uso de tarjetas
de crédito y cualquier documento de identidad.
Mide lo que un grano de arroz, y se está analizando la
ubicación del mismo en el cuerpo humano. Hasta el momento, la mejor ubicación
es, en la cabeza, debajo del cuero cabelludo o en la mano derecha...
Se compone, además del transponder, de una batería de
Litio recargable. La batería es
recargada por un circuito termopar que produce una corriente eléctrica con
fluctuaciones de la temperatura del cuerpo.
Muchas corporaciones mundiales
(más de 250) se sumaron a la distribución masiva del bio-chip, siendo la
empresa Motorolla la que está
implicada directamente en la creación y distribución directa del smartcard.
Desde que Master Card compró
un 51% de la participación del desarrollo del bio-chip, el número de
corporaciones que se sumaron ha ido en aumento, y el número de naciones que
cuentan con “el privilegio” de usarlo, se ha incrementado a la par.
Ahora bien, se ha relacionado
este bio-chip a la marca de la bestia y a relatos del Apocalipsis, por las siguientes
razones; la implantación del transponder implica algo permanente, es decir, una
vez colocado en el cuerpo, no podrá ser removido mediante cirugía. La misma
podría romper la batería de Litio que lleva dentro y el cuerpo humano se vería
contaminado, causando la muerte posterior.
La localización del bio-chip
es estratégica, para que resulte imposible quitárselo, sin perder una
extremidad, o provocar la muerte de la persona, Además, si los satélites
detectan que la micro-cápsula fue retirada, pondría en alerta a la Policía Internacional.
Otra razón que relaciona al
bio-chip con el “fin del mundo”, y que es realmente alarmante, es imaginar que
este pequeño dispositivo contiene todos, absolutamente todos los datos de un
individuo; posesiones materiales, cuenta bancaria, identificación nacional e
internacional, árbol genealógico, ubicación precisa en un momento determinado,
patologías, enfermedades, y de más, lo que le ofrece a altos mandos mundiales,
el control absoluto de la población; sabiendo quiénes son, cómo son, qué hacen,
a donde van y qué es lo que poseen.
No debe ser para menos la
preocupación por este bio-chip, si estos chips pueden tener
34 billones de combinaciones únicas de códigos de identificación individual,
más que suficiente para permitir asignar un código único a cada ser humano
sobre la Tierra,
utilizando tres entradas de seis cifras (666). Realmente da que pesar, si se
dejan marcar por “la bestia” o no.
Por Vanessa González
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