En
la vida cotidiana actual, sobretodo en las grandes conglomeraciones urbanas,
encontramos que el silencio es casi un bien inexistente. Ya sea por el ruido
del tránsito, de las charlas de las personas, o diferentes ruidos que tienen que
ver con la situación de ser “Hombres”, es muy difícil lograr silencio total en
áreas urbanas.
El
bullicio externo y muchas veces interno, nos aturde, pero lo que es peor, es
que ya nos hemos acostumbrado a el como algo natural, y restamos importancia a
la interferencia y perturbación de la comunicación, de la capacidad de pensar y
meditar, y lo perjudicial que resulta para la salud...
Esto
hace que sea necesario e importante generar de manera voluntaria espacios en
los cuales el silencio sea elemento fundamental a fin de obtener mejores
resultados en las actividades que se planean llevar a cabo.
Algunos
de los lugares más comunes donde se solicita silencio como regla número uno
para permanecer son los hospitales y las bibliotecas. En ambos, el trabajo silencioso
y la limitación de los sonidos molestos contribuyen a que las personas puedan
desarrollar una mejor concentración.
En
muchas oficinas y lugares laborales si bien no se solicita absoluto silencio,
queda claro que la generación de ambientes tranquilos, calmos y silenciosos
permitirá a los trabajadores obtener mejores resultados.
Por
otro lado, el silencio es también muy importante como método comunicacional.
Así, en obras dramáticas como también en la comunicación de todos los días, la
generación de silencios o pausas entre las palabras puede tener mucha más
significación que los mismos momentos en los que se está hablando.
Muchas
veces nos formulamos preguntas a las que, aparentemente, no encontramos
respuesta, y muchas veces, se nos es necesario plantearlas a terceros para
corroborar que no tienen respuesta, o afortunadamente, encontrarla.
Si
sabemos “hacer silencio” y logramos interpretarlo correctamente, es muy
probable que encontremos todas las respuestas que estamos buscando, podemos
analizarnos internamente, llegar a conocernos mejor, e inclusive, mejorar la
comunicación y el relacionamiento con las personas, al poder meditar nuestras
acciones y pensar nuestras palabras.
Por Vanessa González
Por Vanessa González
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