lunes, 18 de marzo de 2013

Chip 666



Así se identifica al Bio-chip que está revolucionando el mercado mundial. 

Se trata de un transponder que contiene la información de identidad de una persona, además del capital que posea. Se usa como transporte de dinero, es decir, sustituye el uso de tarjetas de crédito y cualquier documento de identidad.
Mide lo que un grano de arroz, y se está analizando la ubicación del mismo en el cuerpo humano. Hasta el momento, la mejor ubicación es, en la cabeza, debajo del cuero cabelludo o en la mano derecha...




Se compone, además del transponder, de una batería de Litio recargable.  La batería es recargada por un circuito termopar que produce una corriente eléctrica con fluctuaciones de la temperatura del cuerpo.
Muchas corporaciones mundiales (más de 250) se sumaron a la distribución masiva del bio-chip, siendo la empresa Motorolla la que está implicada directamente en la creación y distribución directa del smartcard.

Desde que Master Card compró un 51% de la participación del desarrollo del bio-chip, el número de corporaciones que se sumaron ha ido en aumento, y el número de naciones que cuentan con “el privilegio” de usarlo, se ha incrementado a la par.
Ahora bien, se ha relacionado este bio-chip a la marca de la bestia y a relatos del Apocalipsis, por las siguientes razones; la implantación del transponder implica algo permanente, es decir, una vez colocado en el cuerpo, no podrá ser removido mediante cirugía. La misma podría romper la batería de Litio que lleva dentro y el cuerpo humano se vería contaminado, causando la muerte posterior.

La localización del bio-chip es estratégica, para que resulte imposible quitárselo, sin perder una extremidad, o provocar la muerte de la persona, Además, si los satélites detectan que la micro-cápsula fue retirada, pondría en alerta a la Policía Internacional.

Otra razón que relaciona al bio-chip con el “fin del mundo”, y que es realmente alarmante, es imaginar que este pequeño dispositivo contiene todos, absolutamente todos los datos de un individuo; posesiones materiales, cuenta bancaria, identificación nacional e internacional, árbol genealógico, ubicación precisa en un momento determinado, patologías, enfermedades, y de más, lo que le ofrece a altos mandos mundiales, el control absoluto de la población; sabiendo quiénes son, cómo son, qué hacen, a donde van y qué es lo que poseen.

No debe ser para menos la preocupación por este bio-chip, si  estos chips pueden tener 34 billones de combinaciones únicas de códigos de identificación individual, más que suficiente para permitir asignar un código único a cada ser humano sobre la Tierra, utilizando tres entradas de seis cifras (666). Realmente da que pesar, si se dejan marcar por “la bestia” o no.

Por Vanessa González

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